Etiquetas
Algunos enlaces a notas recientes sobre mi participación en la FIL Guadalajara 2017:
En La Nación, de Costa Rica: «Para un escritor hondureño, ir a la FIL Guadalajara es como clasificar al Mundial de fútbol; tener la oportunidad de participar en mesas de discusión sobre la literatura de nuestros respectivos países o sobre nuestros propios libros con colegas del resto de Latinoamérica es algo excepcional; la expectativa, por lo tanto, es muy grande a nivel personal, pero supongo que es más o menos igual para cualquier escritor de esta Centroamérica periférica y atrasada en muchos aspectos».
En Tiempo Digital: Escritor hondureño nos representará en Feria del Libro de Guadalajara 2017.
En El Heraldo:
Centroamérica ante el mundo: videoentrevista (21 minutos) realizada por el área de prensa de la FIL, con Isabel Burgos, de Panamá, y Mario Martz, de Nicaragua.
En UNAM Global: El reto de escribir en América Latina (incluye video del conversatorio Latinoamérica Viva del lunes 27 de noviembre).
En El País, de España: Centroamérica pide la palabra: «Son historias locales “sin color local”, dice Sergio Ramírez. “El escenario es la referencia inmediata, pero no se trata de dar cuenta de la historia sino de la vida de seres humanos modificados por la historia. En eso no se distingue de la literatura universal”. Con todo, el propio Ramírez se vuelve hacia el hondureño de 37 años Giovanni Rodríguez, autor de La caída del mundo (Mimapalabra), para preguntarle qué significa escribir en San Pedro Sula, “la ciudad más violenta del mundo”. “Escribir así es fácil”, responde este con amarga ironía al recordar que no conoce a nadie que no haya sido objeto o testigo de amenazas, secuestros o asesinatos. “Superamos los muertos diarios de Irak… Por fin somos los primeros en algo”».

De izquierda a derecha, los escritores Sergio Ramírez, Mario Martz, Giovanni Rodríguez, Erick Blandón y Luis Diego Guillen, en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. LEONARDO ÁLVAREZ/El País.
En El Informador, de México: Giovanni Rodríguez, mantenerse vivo a pesar de las olas: «Se acercó a la literatura siendo un niño, teniendo como primera imagen a su padre, un sastre que atesoraba sus novelas “Western” en una “gavetita” prácticamente secreta y que utilizaba los últimos rayos de sol para leer, pero fue en la biblioteca de un amigo de la familia, donde el hondureño forjó su gusto por la palabra, encontrando ahí textos de Edgar Allan Poe, Chesterton y Stevenson, autores que le ayudaron a encontrar un gusto y diversión por la narrativa».