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Giovanni Rodríguez

~ Escritor. Honduras, C.A.

Giovanni Rodríguez

Publicaciones de la categoría: Sin categoría

Por el lente de Mordzinski

05 Miércoles Jul 2017

Posted by G. Rodríguez in Sin categoría

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DMordzinski

Daniel Mordzinski, el llamado “fotógrafo de los escritores”, me hizo un par de fotografías durante el V Encuentro de Narradores Centroamérica Cuenta 2017 de Managua en mayo. Las dejo aquí, junto a otra en la que aparecemos muchos de los participantes:

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Días violentos. Días 1 y 2

28 Martes Feb 2017

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Inicio de Los días y los muertos:

DÍAS VIOLENTOS 

Día 1

Walter Antonio Laínez Enamorado, de 19 años de edad… Como consecuencia de una puñalada en el corazón en el sitio del corazón murió ayer, alrededor de las tres y media de la tarde, Walter Antonio Laínez Enamorado, de 19 años de edad, tras ser atacado por Guillermo Rodríguez Estrada, de 24 años, en el estacionamiento de un centro comercial de esta ciudad, en lo que, según el reporte policial, pudo haberse tratado de un crimen pasional.

La víctima había llegado, de ocupación auditor bancario, había llegado hasta ese sitio minutos antes acompañado por su novia, cuyo nombre no fue revelado, al parecer con la intención de entrar juntos a ver una película en los cines del centro comercial. Según informó un testigo… Pero los planes de la pareja Los planes de la pareja, sin embargo, fueron truncados por Rodríguez, un exnovio de la muchacha, quien los interceptó a pocos metros de la puerta de entrada al edificio e inició una discusión con ambos, la cual terminó con el ataque un ataque de arma blanca por parte de Rodríguez, según relató la muchacha.

Una vez cometido el crimen… Después de matar a Laínez Enamorado… Un guardia de seguridad cuya identidad tampoco fue revelada por razones de seguridad aseguró haber visto al agresor salir del estacionamiento con “una de sus manos manchada de sangre”, en la que además portaba lo que podría haber sido una navaja, lo cual lo atemorizó por lo que decidió no requerirlo. Fue él quien llamó Luego llamó a la Policía desde su teléfono celular mientras observaba que a unos cien metros de distancia del sitio por donde había salido el sospechoso, éste, absurdamente, decidía sentarse en una acera y después acostarse boca arriba.

La Policía, al recibir el aviso, encontró a éste envió dos patrullas y algunos agentes motorizados para buscarlo iniciar la búsqueda del agresor pero ésta no fue necesaria ya que se lo encontraron desmayado en una acera cerca de la avenida Circunvalación, al lado de un poste del tendido eléctrico, según las indicaciones ofrecidas por el guardia. Semiinconsciente, las autoridades fue trasladado los agentes policiales lo trasladaron a la sala de emergencias del hospital Mario Rivas, en donde fue reanimado por médicos y enfermeras el personal de turno lo reanimó por completo para luego confesar su crimen a la Policía.

Rodríguez fue puesto en guardará prisión preventiva en el Centro Integrado de la Policía en esta ciudad mientras se formalizan los cargos de asesinato en perjuicio de Laínez Enamorado y de intento de asesinato contra la joven que lo acompañaba acompañaba a éste.

López leyó la nota para revisarla y luego puso el título: “Triángulo amoroso deja una víctima mortal”. La guardó en la carpeta de Policiales, copió y pegó tres fotografías en las Digitales del día, una del cuerpo en el suelo del estacionamiento, otra del rostro del agresor, captada por Diógenes en el hospital, y la última de la cédula de identidad de la persona asesinada. Apagó la computadora, tomó un trago de su bote de agua y se levantó para salir a la calle, con la única intención de llegar al café del parque y sentarse, a la primera oportunidad que se le presentara, a la mesa en la que solían sentarse Walter Antonio Laínez Enamorado, el muerto, y Guillermo Rodríguez Estrada, su asesino, cuando las cosas no eran lo que habían empezado a ser a partir de las tres y media de la tarde de ese día.

López se consideraba a sí mismo un hombre frío, después de 17 años cubriendo Generales en ese diario, muchos de ellos consumidos en la crónica policial. Sentía que estaba curado contra los efectos que la violencia restregaba en la cara de los ciudadanos todos los días. Nada de lo que veía a diario en la cobertura de los asesinatos, los asaltos, los incendios y los escándalos públicos lo asombraban o le revolvía el estómago, como sí ocurrió en las primeras ocasiones en que tuvo que cubrir alguno de estos eventos. Había llegado incluso a imitar la costumbre de Becerrita, aquel personaje de Vargas Llosa, colega suyo, que siempre se hacía tomar una fotografía con el muerto que le tocara, y había considerado armar su propio álbum con esas fotografías, que no eran muchas pero sí las suficientes como para que una novia lo dejara definitivamente el día que, por accidente, las encontró sobre una pila de libros en el mueble del televisor que tenía en su habitación. Sin embargo, López era un poco paranoico, efecto, este sí, de todos esos años escribiendo en sus notas de Policiales los nombres de asesinos, pandilleros, narcotraficantes o asaltantes que la Policía o alguna víctima o testigo señalaba como culpable de algún crimen o delito común. Desconfiaba de todos y siempre que estaba en un lugar público su mirada era un radar en busca de posibles ataques sorpresivos. Pero esta vez quería volver al Espresso Americano del parque, el café en el que veía con frecuencia a esos dos amigos, porque a las tres y media de la tarde de ese día había tenido que cubrir la noticia de la muerte de uno de ellos a manos del otro, ambos conocidos por él, no simples pandilleros de los que a diario aparecían descuartizados y metidos en costales en solares baldíos, en tiraderos de basura o en las cañeras o con las manos y los pies atados, con signos de tortura y un disparo exacto en la frente o en la boca, no muchachos desconocidos de ocupación jornaleros que días antes habían desaparecido o que habían sido sacados a medianoche de sus hogares en colonias como la Rivera Hernández, la López Arellano o la Luis García Bustamante por presuntos amigos o compañeros de negocios, no mujeres con expediente abierto en la Policía por tráfico de drogas o extorsión, con tatuajes en el pecho y la espalda y con disparos en la nuca. No, esta vez se trataba de dos muchachos a los que había visto, durante al menos un año, encontrarse en ese Espresso Americano del Centro para hablar de mujeres o de libros, como pudo constatar en las diferentes ocasiones en que llegó, sin querer, a escuchar sus conversaciones.

Salió de la sala de redacción y cuando iba por el pasillo y miró hacia la izquierda se le vinieron los recuerdos de cuando llegó a trabajar al diario. Entonces, utilizaba una máquina de escribir y no una computadora y sus pagos llegaban puntuales cada quincena. Ahora todo era diferente, pensó con tristeza o con aburrimiento o quizá con desdén. Ahora sentía que, aunque había valido la pena trabajar ahí durante mucho tiempo, la vida se le había ido considerablemente a la mierda. Tenía 36 años. Desde hacía doce vivía solo en un apartamento del tercer piso de un edificio del Centro, justo sobre la Tercera Avenida y la Tercera Calle, zona que producía un ruido incesante que se elevaba hasta su habitación cada mañana. Su única compañía permanente era su perro Káiser, obsequio de su exnovia en un día de cumpleaños, al que en las últimas semanas había podido enseñarle la habilidad de cagar en un lugar preciso. Lo de las meadas era un caso aparte y para educarlo en eso necesitaba seguir siendo paciente y asumir que tendría que lavar el piso y las orillas de algunas paredes cada tarde al llegar a casa y al levantarse por las mañanas.

Bajó las gradas del edificio alquilado por el diario para sus operaciones, llegó a recepción y firmó el libro de entradas y salidas a las 5:47 P.M. Una vez afuera, se quitó de encima el carné de identificación como reportero del diario y se lo metió en el bolsillo izquierdo de su pantalón. Pensó, como algunas veces pensaba cuando hacía eso cada tarde, en sus colegas del diario de la competencia, a quienes al parecer les gustaba exhibir su carné de identificación por las calles, para demostrar quizá lo importantes que eran o que creían ser; pobres diablos quizá todavía estudiantes de Periodismo, esperanzados en la obtención de un título que probablemente nunca llegaría, por sus jodidos horarios en ese diario y por el estúpido compromiso a tiempo completo que éste exigía de ellos. Cruzó la calle, una calle a esa hora más transitada y más ruidosa que a ninguna otra, y enfiló, calle arriba, rumbo al café. ¿Cómo sería estar ahí, a esa hora y ver la mesa vacía u ocupada por otras personas?

 

Día 2

Muy temprano, López se levantó para limpiar las meadas nocturnas de Káiser, depositar en el plato de aluminio de éste algo de Doggy y al lado, en otros dos recipientes, también de aluminio, un poco de leche y otro tanto de agua. Era la rutina de cada mañana antes de irse a su trabajo para incorporarse a esa otra rutina de las muertes violentas propias del periodismo policial. Porque en un país como Honduras el periodismo policial casi podía reducirse exclusivamente al ámbito de las muertes violentas, unas doce de promedio diario en diferentes ciudades, al menos las que reportaba la Policía con los levantamientos de cadáveres. Muchos más quizá perecían en otros sitios, en aldeas de municipios cercanos o del interior del país, pero de esas muertes nadie se enteraba, apenas algún familiar, algún amigo que después de tres días de búsqueda optaba por olvidarlo todo y reservarse sus sospechas para evitar meterse en líos con los victimarios.

Era así cada día, desde que su exnovia lo dejó hacía un año. Antes ella se ocupaba de Káiser pues había sido idea de ella traerlo a casa. Ahora él agradece esta decisión de su exnovia porque si a ella no se le hubiera ocurrido alguna vez regalarle una mascota y traerla a casa, él no habría podido acostumbrarse tan fácilmente de nuevo a la soledad, a esa soledad que es mayor cuando inmediatamente antes esos espacios fueron ocupados por el cuerpo de una mujer, por los movimientos de una mujer, por la sombra de una mujer. Káiser no había sido lo único que ella le dejó el día de su partida; también estaban todas las fotos en las que aparecían juntos, las cartas que él le había enviado cuando ella se fue a estudiar un año fuera del país, las figuritas de porcelana en miniatura, todos los recuerdos materiales de su vida juntos.

Caminó las nueve cuadras que separaban su casa de su lugar de trabajo, que en algunas ocasiones se convertían en diez u once pues, por seguridad, decía él, no solía utilizar la misma ruta dos días seguidos. Minutos antes de las ocho y media escribía su nombre y la hora de entrada en el cuaderno del guardia en la recepción del diario y luego subía a la sala de redacción, en donde aún no empezaba a producirse el ruido de las teclas presionadas y el de las pantallas de televisión encendidas pues a esa hora todos los que han llegado leen, lo más rápidamente posible, su ejemplar del diario que les ha dejado, doblado, Leonidas, el eterno conserje, bajo el teclado de la computadora. Un rato después, luego de la reunión de todos los de Generales con Casco, el jefe de redacción, en la oficina de éste, López se quedó un momento para comentarle algo. Ajá, López, qué me cuenta. Y entonces López le habló, con una muestra de pasión periodística que hacía mucho su jefe no le veía, de Walter Laínez Enamorado y del tipo que lo mató.

Una hora más tarde ya estaba en el Centro Integrado de la Policía, en el barrio Lempira, solicitando al jefe de turno que le permitiera un par de minutos para entrevistar al detenido Guillermo Rodríguez Estrada, acusado de asesinato. El jefe policial le dijo que por su parte no había problema en arreglar esa entrevista pero le advirtió de lo peligroso que podía resultarle tener contacto directo con un criminal. López le dijo que no se preocupara, que había razones para creer que el detenido no se tomaría a mal su solicitud. López había leído a Truman Capote. A sangre fría era uno de sus libros de cabecera y siempre había deseado cubrir un caso semejante al de los asesinos de la familia Clutter. Ahora sentía que se le presentaba la oportunidad de hacerlo. Pero, ¿realmente creía tener ahora una situación semejante? Y en el caso de que así fuera, ¿qué probabilidad habría de que Rodríguez accediera a contarle su historia? Era lo que averiguaría en ese momento, cuando el jefe policial lo guiaba hasta la celda 2, una oscura y húmeda habitación con olor a mierda y meados en la que Rodríguez se encontraba, al fondo, acostado sobre una banca de concreto.

Qué me tiene, le preguntó Casco por la tarde, después del almuerzo, en la redacción y López le dijo que había podido hablar con el tipo y que aunque no le dio una respuesta, al menos tampoco desestimó la pregunta. Y qué pregunta había sido esa. Que si estaría dispuesto a explicar públicamente por qué decidió asesinar a su amigo. Y no contestó. No. Pero lo dejó en suspenso. Sí. ¿Y qué piensa hacer ahora, López? Veré si puedo hablar con él de nuevo mañana. Ya habrá pasado la audiencia de declaración de imputado, que se hará hoy a las nueve la noche, según me dijeron. Quizá haya decidido algo para entonces. Bien, pero no deberíamos soltar esta historia y dejar de publicar algo mañana; ¿podemos publicar unos párrafos con información adicional y una fotografía del detenido en su celda? Sí, se puede. Aparte de eso, ¿qué trae hoy? Sólo unos detenidos por tráfico de marihuana y dos levantamientos en la aldea El Carmen, mujeres, atadas de pies y manos, como casi siempre. Póngale entonces, para que cerremos a la hora.

Guillermo Rodríguez Estrada, sospechoso de asesinar a Walter Antonio Laínez Enamorado hace dos días en el estacionamiento de un centro comercial de la ciudad, permanece detenido en la celda 2 del Centro Integrado de la Policía a la espera de la acusación formal de la Fiscalía, en donde se consignarán los cargos de asesinato e intento de asesinato.

En su primer día de encierro, Rodríguez recibió la visita de algunos de sus familiares…

Repaso de días y de muertos

27 Lunes Feb 2017

Posted by G. Rodríguez in Sin categoría

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Con Evaristo López y Hernán Antonio Bermúdez. UNAH, Tegucigalpa, febrero 2017.
Con Evaristo López y Hernán Antonio Bermúdez. UNAH, Tegucigalpa, febrero 2017.
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Con Rolando Sierra en la UNAH.
Con Rolando Sierra en la UNAH.
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Al fin se presentó mi novela Los días y los muertos. Al evento, realizado en un amplio y bonito salón de la UNAH en Tegucigalpa, llegaron unas 80 personas. Luis, un amigo al que conocí ese día, comentó que le parecía escaso público, pero yo creo que fue al contrario, pues recuerdo haber asistido a eventos similares (y exitosos) con una asistencia de 10 o 12 personas. Además, recordemos, esto es Honduras.

Pero volvamos al asunto: Evaristo López, como director de la Editorial Universitaria, dio las palabras de bienvenida y Hernán Antonio Bermúdez, como invitado especial, leyó un texto sobre mi novela que, entre otras cosas -lo expresé en ese momento y lo repito ahora, tras releerlo- me puso nervioso, pues dice cosas halagadoras sobre mi novela, pero además, le otorga (o al menos eso interpreto) una importancia en el panorama de la literatura hondureña similar a la que tienen las novelas de Roberto Castillo, Marcos Carías, Horacio Castellanos Moya y Julio Escoto, y los cuentos de Eduardo Bähr. Dentro de unos días se publicará ese texto y ahí lo veremos.

Sigamos. Los comentarios al final de la presentación del libro estuvieron muy buenos y pertinentes, con excepción de uno, que sí estuvo buenísimo pero nada pertinente, aunque viniera de una persona al parecer encargada del funcionamiento de la biblioteca en la UNAH (corríjanme si estoy revolviendo cosas, además de levantando polvo innecesario), pues aludía a la aparente ausencia de un mensaje positivo en mi novela, “ya que en este país no necesitamos hacer eco de lo negativo, porque este país es hermoso y el único riesgo que corremos es el de enamorarnos de sus cosas bellas, y en ese sentido creo que la literatura debería transmitir mensajes positivos, edificantes, amén”, barbaridades así, propias del Tercer Mundo. Punto y aparte. Juzguen ustedes. Por lo demás, la cobertura mediática otra vez ha sido bastante buena; entrevistas en televisión (“¿de qué trata la novela?”, “de esto y de lo otro”; “¿cuánto tiempo le llevó escribirla?”, “unos cuantos ratos distribuidos en casi diez años”, etc.,) y en la prensa escrita, como ésta de La Prensa y esta otra de La Tribuna en la que revuelven un poco los datos. La que me hizo Samaí Torres, de El Heraldo, y que aparecerá por estos días, estará, sin duda, mucho mejor. Minutos de fama invaluables cuya acumulación me ha granjeado el mote de “El Pop Rodríguez”.

Pues bien, ya el libro está en las librerías de San Pedro Sula (las que pagan en tiempo y forma: Metronova, de Mall Galerías, y Caminante, del Bo. Guamilito), pero también en la Librería Universitaria y en las oficinas de la Editorial Universitaria de la UNAH en Tegucigalpa, y según me informaron, a partir de hoy lunes en otras librerías de la capital, como Guaymuras, Paradiso y la Soto.

El próximo sábado presentaré la novela y hablaré también de mis otros libros publicados en la Universidad Jesús de Nazareth, pero ya está en marcha la maquinaria para organizar la presentación oficial para San Pedro Sula en la UNAH-VS a finales de marzo. Tengo entendido también que se organizará otra en el CURLA de La Ceiba ahí por abril o mayo.

Ese es el recuento de los últimos días. Sobre el asunto de los muertos, ya está el periodismo nacional, pero también las páginas de mi novela. Que la disfruten.

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Leo y comento

11 Miércoles Ene 2017

Posted by G. Rodríguez in Sin categoría

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Inactivo durante los últimos meses debido, sobre todo, a la falta de tiempo, este blog, en el que hasta ahora depositaba noticias sobre mis libros, opiniones sobre la literatura hondureña y enlaces a artículos que publico en diferentes sitios, se verá de hoy en adelante nutrido por la incorporación de breves comentarios de libros que voy leyendo y que creo que merecen alguna recomendación. La intención es solamente eso: recomendar su lectura porque me han parecido muy buenos o porque algo de bueno creo que tienen, aunque se me ocurre que quizá en algún momento me dé por lo contrario, es decir, por recomendar su lectura para que quienes se sientan con ánimo corran a buscarlos y comprueben lo malos que yo digo que son. Alístense pues, que ahora empieza la cosa.

Tegucigalpa revisitada

19 Domingo Jun 2016

Posted by G. Rodríguez in No-Diario, Sin categoría

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Recibiendo de manos de Rutilia Calderón, vicerrectora académica de la UNAH, el Premio "Roberto Castillo". Tegucigalpa, julio, 2016.
Recibiendo de manos de Rutilia Calderón, vicerrectora académica de la UNAH, el Premio “Roberto Castillo”. Tegucigalpa, julio, 2016.
Junto a Hansy y Hernán Antonio Bermúdez. Atrás: Mario Hernán Mejía y Carmen Cruz. Acto de premiación del Premio C.A. de Novela "Roberto Castillo". Tegucigalpa, julio 2016.
Junto a Hansy y Hernán Antonio Bermúdez. Atrás: Mario Hernán Mejía y Carmen Cruz. Acto de premiación del Premio C.A. de Novela “Roberto Castillo”. Tegucigalpa, julio 2016.
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Después de casi seis años, volví a Tegucigalpa. A pesar de que viví ahí durante todo el año 1994, cuando mi vida estaba consagrada a un deporte y no a la literatura, nunca llegó a gustarme, y en las ocasiones en que la visité después reafirmaba esta sensación. Sin embargo, puedo decir que esa sensación cambió ligeramente durante este fin de semana en la capital. Esas calles sinuosas, enrevesadas, laberínticas que antes me producían inquietud, es posible que esta vez hayan llegado, incluso, a parecerme encantadoras. Quizá el cambio de clima, de la San Pedro Sula sofocante a la Tegucigalpa fresca, haya tenido algo que ver, o quizá también el hecho de que pude encontrarme con algunos viejos amigos. El asunto es que me sentí bien en Tegucigalpa durante el fin de semana. Fue agradable y hasta algo divertida la ceremonia de entrega del Premio Centroamericano y del Caribe de Novela Roberto Castillo; Samuel Trigueros puede dar fe de ello. Me impresionó el Centro de Arte y Cultura de la UNAH, un elegante edificio de varios pisos con exposiciones de arte y una galería permanente. Fue agradable el pequeño restaurante de comida tailandesa al que nos llevó, a Hansy y a mí, Ricardo, que bien sabe seguir el hilo en el laberinto. Fue agradable el Café Galeano en donde nos encontramos con Dennis Rivera en la tarde lluviosa. Me encontré en Mundo Literario con Carlos Ordóñez, a quien no conocía personalmente pero con quien nos escribíamos seguido durante algunos de nuestros años en España; buena sorpresa esa. Y por la noche asistimos al Teatro Memorias que dirige Tito Ochoa, ubicado en el centro de la ciudad, en donde disfrutamos, junto a Hernán Antonio Bermúdez y otros nuevos amigos, del montaje de dos obras de Tennessee Williams y de Bertolt Bretch, para terminar comiéndonos unos tacos “Diego Rivera” en Paradiso. Corrijo: para terminar tomándonos unas cervezas en el Glenn´s Bar con Noel Herrera.

He de volver a Tegucigalpa al menos un par de veces este año. Espero seguir encontrándole la misma gracia de esta última vez.

Vídeo

Video La caída del mundo

12 Jueves Nov 2015

Posted by G. Rodríguez in Sin categoría

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Mi hermano, Cristian Rodríguez, ha preparado este video con fragmentos de algunos cuentos de mi libro La caída del mundo:

Galería

Tres por Tres. Galería

08 Domingo Nov 2015

Posted by G. Rodríguez in Sin categoría

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Esta galería contiene 7 fotos

Algunas fotos de la presentación el viernes de La caída del mundo, Perro adentro y Las virtudes de Onán en …

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Nota en Diario Tiempo

08 Martes Sep 2015

Posted by G. Rodríguez in Sin categoría

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Hoy aparece en la edición impresa de Diario Tiempo una nota sobre la reciente publicación de mi libro de cuentos La caída del mundo. Para leerla, entren con un clic aquí: “La caída del mundo, una buena muestra de narrativa hondureña”.

El mundo se cae en Librería Caminante

08 Martes Sep 2015

Posted by G. Rodríguez in Sin categoría

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la caida del mundo carátula previaSeñoras y señores, ladies and gentlemen, pongan atención:

Tengo a bien informarles que ese best seller titulado La caída del mundo (de un tal GR) por fin ha llegado a las librerías. Bueno, a las librerías no, a una librería: la que, después de un riguroso proceso de licitación, obtuvo el derecho de comercializarlo casi exclusivamente: Librería Caminante. La Librería Caminante está ubicada en el mero SoHo sampedrano: barrio Guamilito, en la esquina de convergencia entre la 10 Ave. y la 4ta. Calle noroeste; para más señas: esquina opuesta a los antiguos cines Plaza de Sula. Ahí los atenderá un señor amable que es perro para el dibujo y la caricatura; pregúntenle y verán.

Recuerden que cuando se trata de best sellers como La caída del mundo (del tal GR), mil ejemplares no son muchos. Así que, como dice el papá del tal GR: “píquenle” a comprarlo.

¡Se cae el mundo!

05 Sábado Sep 2015

Posted by G. Rodríguez in Sin categoría

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La caída múltipleHace algunos días me entregaron los ejemplares de La caída del mundo, mi primer libro de cuentos, segundo de narrativa, sexto en el conjunto de mi obra publicada (¿ya puedo optar al Nobel?) y me enfrento al asunto de tener que buscar lectores (eufemismo para “tener que buscar venderlo”), tarea complicadísima por donde se la vea. Veamos:

Primero, la librería Caminante, que de manera tan amable ha aceptado siempre los ejemplares de mis libros, lleva varios días cerrada con una sola pista sobre su futuro: “Abriremos el lunes 7 de septiembre”. El cierre temporal de la librería coincide con la puesta en vigencia del nuevo régimen de facturación electrónica de la DEI (creo que así le llaman), por lo que me permito suponer que todo se debe a una puesta a punto de la librería en términos de no dejar de abastecer al fisco (en otras palabras “en términos de no dejar de patrocinar a los ladrones del Estado”).

Luego está el asunto de siempre, la realidad de siempre en este pueblo nuestro: “prefiero comprar ocho cervezas que un libro del tal GR”; “prefiero gastarme quinientas bolitas en un libro de autoayuda que gastar doscientas en un libro del tal GR (ni gran cosa que fuera…)”; “prefiero decir que soy catracho y apoyar lo nuestro con likes en Facebook que, en efecto, apoyar lo nuestro comprándole un libro al tal GR”; “prefiero depositar doscientas bolitas como ofrenda en la iglesia que depositarlos en las manos del tal GR, autor de un libro que a nadie interesa”; cosas así, inobjetables, irreprochables.

En los próximos días estaré informando sobre los puntos de venta del libro tanto en San Pedro Sula como en Tegucigalpa (los dos polos culturales más importantes del mundo, después de Olanchito, por supuesto), sobre las fechas y los lugares en donde me dejaré ver como autor de este libro (para hablar acerca del proceso de escritura y edición de sus cuentos desde el punto de vista de la hermenáutica poschapinesca) y sobre los horarios para el café o las cervezas.

Mientras tanto, hagan sus apartados o pidan directamente el libro al correo mimalapalabra@gmail.com o a la cuenta de Twitter @mimalapalabra. Tenemos a una persona encargada de las entregas dentro de San Pedro Sula. Para entregas fuera del territorio jampedrano (incluido el extranjero) estamos recurriendo al Correo Nacional.

El precio de pre-venta del libro dentro del territorio jampedrano es el equivalente a ocho cervezas en cualquier estanco o pulpería, es decir, Lps. 200.00, y no durará más allá de la fecha del lanzamiento oficial, es decir, muy pronto. El precio de venta para envíos dentro del territorio nacional o fuera de éste varía en función del costo de envío por correo.

No me permitiría recomendarles este libro si no supiera que es buenísimo. Así que pónganse pilas, que la edición es limitada. Además, en caso de no gustarles el contenido, siempre puede servirles como decoración ya que la cubierta es una belleza.

La caída del mundo, lleve-lleve, lleve-lleve…

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Agenda

Giovanni Rodríguez. Foto: Emilio Flores.
Giovanni Rodríguez. Foto: Emilio Flores.

Libros publicados:

Los días y los muertos (2da. Ed. 2018)
Los días y los muertos (2da. Ed. 2018)
Tercera persona (2017).
Tercera persona (2017).
Habrá silencio en nuestras bocas frías, 2017.
Habrá silencio en nuestras bocas frías, 2017.
Los días y los muertos (2016)
Los días y los muertos (2016)
Ficción hereje para lectores castos (2da. Ed. 2016)
Ficción hereje para lectores castos (2da. Ed. 2016)
La caída del mundo, 2015.
La caída del mundo, 2015.
Café & Literatura (2012)
Café & Literatura (2012)
Melancolía inútil (2012)
Melancolía inútil (2012)
Ficción hereje para lectores castos (2009)
Ficción hereje para lectores castos (2009)
Las horas bajas (2007)
Las horas bajas (2007)
Morir todavía (2005)
Morir todavía (2005)

En Amazon:

Algunos libros del autor en versión Kindle o impresos en tapa blanda para pedidos desde cualquier parte del mundo en su página de Amazon.

Sobre Los días y los muertos:

https://www.youtube.com/watch?v=cZQdho1DiaI

Entradas recientes:

  • Sobre Café & Literatura
  • Ustedes los hipócritas. Nosotros los amargados
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  • La soledad del buen lector
  • Una revolución contra la tristeza
  • La fiesta está en los libros
  • El más frío de todos los inviernos
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  • Decir lo que nos da la gana
  • Entrevista en la Revista Desocupado

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Entrevista UTV

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Presentación de LDyLM en Tegucigalpa

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Fallo del Premio Roberto Castillo

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Ficción hereje para lectores castos

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La caída del mundo

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Café con Shandy

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